Ayudar es un concepto sencillo que hasta los niños entienden. Extiendes la mano allí donde se necesita ayuda y echas una mano. Pero, ¿es realmente tan sencillo? La necesidad es cada vez mayor. La guerra y la falta de vivienda han creado un nivel de miseria que el mundo probablemente nunca ha visto antes.
Las quejas y la desesperación se oyen por todas partes. Gritos de ayuda. Hay ancianos y enfermos desamparados, niños huérfanos, refugiados, emigrantes. Personas sin hogar, marginados y desplazados, gente en busca de trabajo.
¿Es posible superar estos retos?
Sería posible si se prestara ayuda allí donde realmente se necesita. De forma que se combata la necesidad de tal manera que desaparezca pronto.
Es un reto distinguir entre la necesidad real y la falsa. Cada vez vemos más gente quejándose, mendigando y exigiendo ayuda. En muchos casos, sin embargo, la ayuda también se da indiscriminadamente. A los que mendigan lo bastante alto se les llena la mano. El pobre avergonzado, que tal vez percibe su necesidad como una desgracia, a menudo se va con las manos vacías.
El verdadero necesitado está dispuesto a ayudarse a sí mismo para salir de su miseria.
El verdadero ayudante debe asistir a las personas que tienen un deseo sincero de salir de su miseria ayudándolas a ayudarse a sí mismas lo antes posible. Pararse sobre sus propios pies, dar valor, ayudar a las personas a ayudarse a sí mismas, eso es la verdadera ayuda. Da nuevas fuerzas a la persona que recibe el apoyo. Esto crea una curación interior, independientemente de si la necesidad es física o emocional. También es la mejor manera de curar la angustia emocional.
Tomemos al que sufre de la mano y mostrémosle el camino hacia la verdad y la claridad. Pero luego decimos: Pero tú mismo tienes que recorrer el camino, sólo entonces serás libre de tu carencia. Con cada paso que das con valentía, crece tu fuerza.
La ayuda siempre debe ser temporal. La ayuda permanente es una educación en la pereza. Te hace feliz valerte por ti mismo. La ayuda permanente con dinero no es necesariamente ayuda real para la autoayuda.
Queridos amigos de Plus+, la ayuda no sólo debe darse de la forma adecuada, sino que nunca debe ser forzada. Quien necesite ayuda, que la pida. Sólo entonces hay un equilibrio justo. La persona necesitada hace la petición y da las gracias. El que ayuda da la ayuda efectiva. Entonces ambas balanzas se equilibran por la ley de la igualación.
Hay un punto en el que se produce un replanteamiento. La vida no nos impone una carga. Nos la imponemos nosotros mismos. Las hemos creado en el pasado, quizá incluso en una vida anterior. El Creador es amor, y el amor se expresa en Sus leyes universales.
Queremos entender correctamente la autoayuda. Con ojos claros y oídos abiertos, reconocer cómo podemos ayudar mejor, y luego ayudar con un gran corazón y manos fuertes.