Al principio de nuestro viaje vital sólo teníamos conciencia de la existencia.
El desarrollo posterior desde la conciencia de ser hasta la autoconciencia, con grados crecientes de autoconciencia, es un largo camino.
La meta de nuestro desarrollo es la plena madurez. La plena madurez es sinónimo de autoconciencia. Y la base para ello es la auto-realización de que somos espirituales en nuestra esencia y que nuestro verdadero hogar es el reino espiritual.
Esta etapa de desarrollo podría ser alcanzada por todas las personas hoy en día. Esto incluye un conocimiento completo de las leyes universales que Dios ha entretejido en la creación. Estas leyes mantienen el orden en el universo.
Como podemos ver, esto está lejos de ser el caso. La razón de ello es la falta de experiencia. Cada persona puede elegir lo que quiere experimentar. Muchas experiencias son necesarias para alcanzar este nivel más alto de conciencia.
Entonces se abren las puertas del reino espiritual. Podemos contribuir a seguir tejiendo la creación de forma solidaria, constructiva y ennoblecedora. Durante la caminata, nos hemos familiarizado con nuestros campos de actividad y hemos adquirido suficiente experiencia.
¿Es esta cooperación el sentido de nuestro ser?
Todo ocurre libremente y codo con codo. Cada persona es única. El éxito integral de nuestros esfuerzos conjuntos radica en la cooperación de personas plenamente conscientes.
Las actividades llenas de color aportan nuevas experiencias. Y éstas nos permiten crecer.
Farbige Aktivitäten bringen neue Erfahrungen. Und diese lassen uns wachsen.