La Bendición del Trabajo


"Porque a todo el que tiene, se le dará más; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará." (Lucas 19:26)

Algunas personas pueden encontrar estas palabras de Cristo difíciles de entender o incluso contradictorias. Sin embargo, los descubrimientos científicos modernos confirman cuán profundas y verdaderas son. La propia naturaleza nos enseña este principio: en cuevas subterráneas donde nunca llega la luz del sol, los animales han perdido la vista porque ya no la necesitan. Existen especies de hormigas que dependen de otras para proveerse de alimento, y con el tiempo, sus propias habilidades para buscar comida se han debilitado y atrofiado. Del mismo modo, algunas plantas y animales viven como parásitos, incapaces de nutrirse por sí mismos y, como resultado, se vuelven físicamente más débiles.

Todos estos ejemplos revelan una ley fundamental de la naturaleza: El uso fortalece, la inactividad debilita. Esto no solo se aplica al cuerpo, sino también a la mente y al alma. Aquellos que entrenan sus habilidades verán cómo estas se fortalecen. Aquellos que las descuidan acabarán por perderlas. Este es el significado más profundo detrás de las palabras de Cristo, como también lo ilustra la parábola de los talentos confiados.

Para quienes trabajan con diligencia y perseveran, esta es una maravillosa promesa: ¡Sus esfuerzos darán frutos! Incluso cuando el éxito parezca lejano, su labor será recompensada. Al mismo tiempo, es un recordatorio importante para quienes no aprovechan sus talentos: las habilidades que no se utilizan se desvanecen con el tiempo.

Esta verdad es aún más relevante en el ámbito espiritual. Quienes se dedican a las preguntas más profundas de la vida y cultivan su conexión con el Creador, crecerán interiormente y alcanzarán una claridad profunda. Sin embargo, quienes descuidan esta fuente interior se alejan cada vez más de ella. Algunos creen que rechazar a Dios los hace más iluminados o intelectualmente superiores. Pero la verdadera grandeza espiritual no se mide por la mera inteligencia, sino por la capacidad de percibir verdades más profundas.

La fe no es una cuestión de intelecto, sino un don que, como cualquier otra habilidad, debe cultivarse. Tomémonos el tiempo juntos para fortalecer nuestra conexión interior con el Creador. Alimentemos nuestro potencial espiritual y experimentemos cómo se abren nuevos horizontes ante nosotros. Caminemos conscientemente por este sendero y construyamos juntos un futuro lleno de sabiduría, fortaleza y confianza.